
Empecemos por la familia. Su padre fue una persona excepcional. Se llamaba José Gallardo, “el Viruto”. Nació en Villanueva de la Serena, en una familia modesta, y se casó con Carmen Gómez, que era de Orellanita.
Gracias a su trabajo y a su inteligencia, José Gallardo logró, a finales del s. XIX, montar una fábrica de jabón en Villanueva de la Serena; y poco después, ya en el s. XX, otra fábrica en Villanueva del Arzobispo (Jaén). Su casa, hoy reconstruida, contaba con lujos inauditos para la época, como ascensor o jardín. En Villanueva llaman a esta casa “la Jabonera” y se le ha dedicado un libro (Antonio Molina: La fábrica de jabones Gallardo, Badajoz, 2013).
Otra cosa sorprendente en este hombre es que quiso que sus hijos y “sus hijas” estudiaran. Y estamos hablando de principios del siglo XX y de que tuvo nada menos que once hijos.
Biografía de Dña. Isabel Gallardo

Nos interesa resaltar que Isabel sí conoció, a través de sus hermanas, el tipo de educación que se impartía en Europa; por eso, consciente de sus deficiencias educativas, intentó superarlas de forma autodidacta. Y lo consiguió. Su padre autorizó su firma para toda clase de documentos, para cobrar y pagar cualquier cantidad. De casada, su marido le otorgó plenos poderes para intervenir en toda clase de operaciones mercantiles y patrimoniales. En palabras del escritor llerenense Arturo Gazul, doña Isabel fue un “caso raro en la época, cuando a la mujer se la confinaba en las labores propias de su sexo”.
En fin, tras casarse con Arturo Álvarez, abogado villanovense, y tener a su única hija, “Vicentina”, la familia se trasladó a Badajoz. Su temperamento no ayudaba mucho a lanzarse al mundillo literario de Badajoz, donde no faltaban las intrigas. Por eso, durante muchos años, al publicar poesías, narraciones y artículos periodísticos, se escondió bajo el seudónimo “Gracián d’ Orellana”.
No vamos a analizar aquí su obra literaria, porque nos interesa centrarnos en su faceta de investigadora y recopiladora del folklore extremeño. En ese campo, doña Isabel es, sin duda, la mejor folklorista extremeña de todos los tiempos (y no olvidamos a doña Cipriana Álvarez, abuela de los poetas Machado, que recogió folklore en Llerena; ni a Angelita Capdevielle, que recogió canciones en Cáceres).
Obra de Isabel Gallardo
En 1931-32 publicó en Badajoz una extensa novela, Cachúmbala. Tribulaciones de una niña “bien”, dedicada a su hija y a las amigas de su hija.
En 1947 publicó en Madrid sus Cuentos de la abuelita, dedicados a sus nietos, con abundantes dibujos, hechos por un pintor de Almendralejo llamado Francisco Esperilla.
Y al año siguiente, 1948, publicó el libro Nuestra Señora de Fátima, obra que tiene un poco de libro de viajes, de historia, de ensayo…
Pero la producción más interesante de doña Isabel tiene que ver con el folklore extremeño, principalmente la decena de artículos publicados entre 1942 y 1950, en la Revista de Estudios Extremeños de Badajoz.
Su primer artículo se tituló: “El día de San Juan (Un capítulo para el folklore fronterizo)”, y se publicó en 1942, cuando doña Isabel tenía ya 63 años. Después publicó “Danzas rituales” (1942), “Medicina popular” (1943), “La Navidad en Extremadura” (1944), “Medicina popular y supersticiosa” (1945), “La rabia en nuestra Península” (1946), “Mal de ojo”(1947), “El culto de la Santa Cruz” (1949)…
Y si en vida no publicó mucho, tras su muerte han ido viendo la luz otras cosas. En 1957, se publicó un artículo sobre teatro popular en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, de Madrid, seguramente gracias a don Bonifacio Gil.
En 1994, gracias al Servicio de Publicaciones de la Diputación de Badajoz le publicamos una selección de sus Cuentos de Resolana, treinta relatos costumbristas ambientados en la Serena y la Siberia extremeñas.
Y en el año 2009 también pudimos publicar otro trabajo, monumental, sus Juegos infantiles tradicionales, una recopilación de más de 700 juegos, en la que colaboró Bonifacio Gil, en la parte musical.
Desgraciadamente, doña Isabel apenas vio publicada parte de sus obras. Entre las que dejó sin publicar citemos: “Etnografía de la Serena”, “Un año de vida serenense”, “Torres muy altas” (novela), “Cuentos populares”, “Fantasías medievales”, “Vocabulario extremeño”…
Influjo de varios intelectuales extremeños
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La obra de doña Isabel debe mucho a varios intelectuales extremeños: Bonifacio Gil, Antonio Rodríguez-Moñino, Antonio Reyes Huertas, Arturo Gazul…
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La influencia de don Bonifacio Gil (“don Boni”, el autor del Cancionero popular de Extremadura) fue enorme. Ella reconoce que se sintió coleccionista folklórica cuando escuchó una conferencia de don Bonifacio. Entonces se propuso ayudarle y buena parte del Cancionero se hizo en casa de doña Isabel. Traían gente del campo, pagándola para que cantasen; y también le ayudó así en Villanueva.
Aquella conferencia de don Bonifacio se tituló “Música popular extremeña”, y tuvo lugar en el Ateneo de Badajoz, a finales de 1926. A partir de ahí, doña Isabel empezó a recopilar folklore. Tenía ya 47 años. Y se arrepentía de no haber empezado antes, porque doña Isabel tenía que compaginar el trabajo por el folklore con el trabajo de ama de casa:
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“De mi colaboración con el caballeroso D. Bonifacio, no se lo que saldrá. Empezamos a trabajar en Badajoz, a primeros de año, él en la parte musical y yo en la literaria de nuestros juegos infantiles…, suspendiendo el trabajo el 18 de Enero, por tener que venirme al campo para hacer la matanza. Ahora figúrese, también, a una folk-lorista atando chorizos. Y, como yo no se apenas música y don Boni no sabe como jugábamos aquí de pequeños, de ahí nuestra necesaria colaboración”.
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Por estos trabajos en colaboración con don Boni obtuvieron algunos premios, como el Premio Extraordinario del Instituto Español de Musicología de Barcelona, en 1945, con sus “Juegos y cantos infantiles”. También consiguió doña Isabel reconocimientos y títulos, como el de Académico de la Academia de Málaga; correspondiente del Museo del Pueblo Español, de Madrid; Consejera del Centro de Estudios Extremeños…
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Hoy Isabel Gallardo tiene calles dedicadas a su memoria en Villanueva de la Serena y en Badajoz.
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Para los miembros de los grupos vaya otra curiosidad: doña Isabel rescató muchos canciones y bailes regionales. El grupo “Cogolla” los lleva en su repertorio; pero, también otros grupos. Y es que, tras la guerra civil, doña Isabel colaboró con la Sección Femenina, enseñando los pasos de muchas de las danzas que aún siguen bailando los grupos de folklore.
Por ejemplo, el 30 de abril de 1941, las chicas de la Sección Femenina de Badajoz, con sus trajes regionales, montaron una denominada “Escena extremeña”, con textos de doña Isabel, que también les enseñó los bailes. La música estuvo dirigida por don Bonifacio Gil. Y años después, en 1948, el escritor Arturo Gazul reconoce que:
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“El renacimiento de nuestras tradiciones populares… había de encontrar una colaboradora inapreciable en nuestra provincia al asesorarse de “doña Isabel”. Ella ha exhumado para los coros de cantos y bailes regionales bellas canciones de su archivo inagotable, casi olvidadas, y hasta ha enseñado los pasos de aquellas danzas… que bailó o vio bailar en su juventud”.