Los pintxos nacieron en una de las capitales reinas de la gastronomía, Donosti, allá por la década de 1930. Se cuenta que a alguien del bar La Espiga, situado junto a la playa de la Concha de San Sebastián, se le ocurrió preparar estos pequeños aperitivos que recibieron su nombre por el palillo que sujetaba los ingredientes a la rebanada de pan que servía de base. Sin duda desconocía que estaba creando un bocado que pronto se extendería por toda la geografía española y que cruzaría nuestras fronteras para convertirse en uno de los referentes de la gastronomía de nuestro país.
Con los años, los sencillos pintxos evolucionaron y se sofisticaron tanto que hoy día es posible degustar estos pequeños bocados con un variadísimo repertorio de ingredientes y elaboraciones que no tienen nada que envidiar a la alta cocina.
Las tapas, sus primas hermanas, son igualmente un aperitivo que muchos de los cuales ofrecen una gratuitamente al servir una bebida.
Su nombre viene de la antigua costumbre de tapar los vasos de vino en las tabernas y mesones con un trozo de pan o una lasca de jamón para evitar que las moscas entrasen en ellos o que el vino perdiese su aroma. Aunque su origen parece remontarse a la Edad Media, fue a partir de mediados del siglo xx cuando su consumo se popularizó en los bares españoles y hoy día reinan en las barras de los barres. Croquetas, ensaladilla, calamares a la romana, tortilla, boquerones en vinagre, huevos rellenos, mejillones… el repertorio de las tapas solo está limitado por la imaginación de quien las prepara.
Y ahora, ¡a disfrutar con estos pintxos y tapas!